sábado, 14 de mayo de 2016

EL ESPIRITU SANTO SEGUN PARAMAHANSA YOGANANDA

La Palabra: la Vibración Cósmica 
e Inteligencia de Dios



La evolución científica de la creación cósmica que surge de Dios el Creador se esboza, en terminología arcana, en el Libro del Génesis del Antiguo Testamento. A los versículos iniciales del Evangelio de San Juan en el Nuevo Testamento, se les podría denominar, con justicia, el Génesis según San Juan.

Estos dos profundos relatos bíblicos, cuando se comprenden claramente por medio de la percepción intuitiva, se corresponden de forma exacta con la cosmogonía espiritual delineada en las Escrituras de la India, legado de los rishis que allí vivieron y que habían alcanzado el conocimiento de Dios en la Edad de Oro.

San Juan fue, probablemente, el más avanzado de los discípulos de Jesús. Así como un maestro de escuela tiene entre sus alumnos uno cuya comprensión aventajada lo coloca en el primer lugar de su clase, mientras que otros pertenecen a un nivel inferior, así también los discípulos de Jesús el Cristo poseían diferentes grados de capacidad para apreciar y absorberla profundidad y amplitud de sus enseñanzas. De los diversos libros del Nuevo  Testamento, los escritos procedentes de San Juan evidencian el más elevado grado de realización divina, ya que dan a conocer las profundas verdades esotéricas experimentadas por Jesús y luego transferidas a Juan. No solo en su Evangelio, sino también en sus epístolas y, sobre todo, en la descripción simbólica de las profundas experiencias metafísicas que se encuentra en el Libro del Apocalipsis, Juan presenta las verdades enseñadas por Jesús desde el punto de vista de la percepción intuitiva interior.

En las palabras de Juan hallamos precisión, y por eso su Evangelio, aun cuando es el último de los cuatro que se incluyen en el Nuevo Testamento, debería ser considerado en primer lugar cuando se busca el verdadero significado de la vida y enseñanzas de Jesús.

“En el Principio…”  Con estas palabras comienzan las cosmogonías tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. “Principio” se refiere al nacimiento de la creación finita, porque en el Eterno Absoluto –el  Espíritu- no existen ni el principio ni el final.

El Espíritu, al ser la única Sustancia existente, no contaba con nada más que Consigo mismo a partir de lo cual crear.  El Espíritu y su creación universal no podrían ser diferentes en esencia, porque cada una de esas dos Fuerzas Infinitas y eternamente existentes sería, en consecuencia, absoluta, lo cual es imposible por definición. Una creación coherente requiere de la dualidad;  el Creador y lo creado. Así pues, el Espíritu hizo surgir, en primer lugar, el hechizo de la Ilusión,Maya, la Mágica Medidora Cósmica, que crea el espejismo de dividir una porción del Infinito Indivisible en objetos finitos separados, de la misma manera que la superficie del mar en calma se distorsiona y se transforma en las individuales mediante la acción de una tormenta.

La creación no es sino el Espíritu que, en apariencia y solo temporalmente, se ha diversificado por obra de la actividad creativa y vibratoria del Espíritu.

“En el Principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Ella estaba en el Principio junto a Dios.
Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada.
Lo que se hizo en ella era la vida y  la vida era la luz de los hombres”
Juan 1, 1-4

“Palabra” significa “vibración inteligente”, “energía inteligente”, que proviene de Dios. La pronunciación de cualquier palabra –tal como “flor”-, por parte de un ser inteligente, consta de la energía sonora, ó vibración, unida al pensamiento, el cual impregna de significado inteligente a dicha vibración. Del mismo modo,la Palabra que constituye el principio y fuente de todas las sustancias creadas, es la Vibración Cósmica (el Espíritu Santo), imbuída de Inteligencia Cósmica (la Consciencia Crística).

El pensamiento manifestado en la materia, la energía de la cual la material está compuesta y la materia en sí –es decir, todo lo creado- no son sino los pensamientos del Espíritu que vibran de manera diversa.

Antes de la Creación, solo existía el Espíritu indiferenciado. Al manifestar la Creación, el Espíritu se convirtió en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

El Espíritu No Manifestado se transformó en Dios Padre, el Creador de toda vibración creativa. En las escrituras hindúes, Dios Padre recibe el nombre de Ishvara (el Soberano Cósmico) ó Sat (la Pura Esencia Suprema de la Consciencia Cósmica) –la Inteligencia Trascendental-

Es decir, Dios Padre existe en forma trascendental sin hallarse afectado por ninguno de los movimientos de la Creación Vibratoria;  es una Consciencia Cósmica independiente y consciente.

La fuerza vibratoria que emana del Espìritu, dotada del ilusorio poder creativo de Maya, es el Espíritu Santo;  la Vibración Cósmica, la Palabra, Om ó Amén.

Al igual que las ondas sonoras de un terremoto de poder inimaginable, la Palabra –la energía y el sonido creativos de la Vibración Cósmica- emanó del Creador para manifestar el Universo. Esa Vibración Cósmica, saturada de Inteligencia Cósmica, se condensó para constituir los elementos sutiles (térmicos, eléctricos, magnéticos y toda clase de rayos), y a partir de éstos se originaron los átomos de vapor (los gases), los líquidos y los sólidos.

Una vibración cósmica que se hallara activa en el espacio entero no podría, por sí sola, crear o sostener un cosmos tan maravillosamente complejo como éste. Por eso, la consciencia transcendente de Dios el Padre, se manifestó dentro de la Vibración del Espíritu Santo como el Hijo –la Consciencia Crística, la Inteligencia Divina presente en toda la Creación Vibratoria-  Este Reflejo Puro de Dios que se encuentra en el Espíritu Santo guía a éste último, de modo indirecto, a fin de que pueda crear, recrear, conservar y moldear la Creación de acuerdo con el Propósito Divino.

Los autores de la Biblia, que no estaban versados en la terminología con que se expresan los conocimientos de la era moderna, emplearon muy acertadamente los términos “Espíritu Santo” y “Palabra” para expresar la naturaleza de la Vibración Cósmica Inteligente. 

“Palabra” implica una fuerza inteligente, invisible y consciente.

“Santo” califica esta Vibración, porque se trata de la manifestación del Espíritu y porque procura crear el universo de acuerdo con el modelo perfecto de Dios.

El nombre con que se designa al Espíritu Santo en las escrituras hindúes, Aum (OM), indica su papel en el plano creativo de Dios;  esta palabra está formada por:
 la A de “akara”, la vibración creativa; 
la U de “ukara”, la vibración preservadora,
y la M de “makara”, la fuerza vibratoria de la disolución.

La tormenta que se abate sobre el océano produce olas, tanto grandes como pequeñas, las conserva durante cierto tiempo y, una vez que se aquieta, las disuelve.  De manera semejante, el Om ó Espíritu Santo crea todas las cosas, las preserva de miríadas de formas y, finalmente, las disuelve en el seno oceánico de Dios con objeto de ser creadas de nuevo, lo cual constituye un proceso continuo de renovación de la vida y las formas en el incesante sueño cósmico de Dios.

De este modo, la Palabra ó Vibración Cósmica constituye el origen de “todo”;  “y sin ella no se hizo nada”.  La Palabra existió desde el comienzo mismo de la creación;  fue la primera manifestación de Dios al dar origen al Universo.  “La Palabra estaba junto a Dios”, se hallaba imbuída del reflejo de la inteligencia de Dios –la Consciencia Crística- y “la Palabra era Dios”, en la forma de vibraciones de su propio Ser Unico.

La afirmación de San Juan se hace eco de una verdad eterna que resuena en diversos pasajes de los antiguos Vedas;  la Palabra Cósmica Vibratoria (VAK) estaba junto a Dios el Padre Creador (Prajapati),en el  Principio de la Creación, cuando nada existía;  a partir de VAK todo fue creado, y VAK es, en sí misma, Brahman (Dios).

“Así habla el Amén (la Palabra, el Om), el Testigo fiel y veraz, el Principio de la Creación de Dios”. El sagrado Sonido Cósmico de Om ó Amén es el testigo de la Divina Presencia manifestada en toda la Creación.

Paramahansa Yogananda

Libro “El Yoga de Jesús”, Capítulo 3 (fragmento)
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Prof. Elsa B. Mirol Colella
CTS - CENTRO DE TERAPIAS PARA LA SALUD
Tel: (54-11) 4702-7734 / 15-5731-6361

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