viernes, 30 de septiembre de 2016

LIBERENSE A USTEDES MISMOS - Dr. Edward Bach

LIBERENSE A USTEDES MISMOS





Capítulo II
La salud depende de la armonía con  nuestras propias almas


Es de primordial importancia que el verdadero significado de la salud y la enfermedad sea claramente comprendido.

La salud es nuestra herencia;  nuestro derecho. Es la unión total y absoluta entre el alma, la mente y el cuerpo, y no es un ideal demasiado lejano ni difícil de alcanzar;  por el contrario, es tan fácil y natural que ha pasado desapercibido para muchos de nosotros.

Todas las cosas terrenales no son más que interpretaciones de las cosas espirituales. La más pequeña e insignificante de las ocurrencias tiene detrás un propósito divino.

Cada uno de nosotros tiene una misión divina en este mundo, y nuestras almas usan nuestras mentes y nuestros cuerpos como instrumentos para la realización de esta tarea;  de esa forma, cuando los tres están trabajando al unísono, el resultado es la salud y la felicidad perfectas.

Una misión divina no significa necesariamente sacrificio, retirarse del mundo ó rechazar los placeres de la belleza y la naturaleza;  por el contrario, significa disfrutar más y mejor de todas las cosas.  Significa hacer el trabajo de la casa, cultivar una granja, pintar, actuar, ó servir a nuestros semejantes en la forma en que sepamos.  Y esta tarea, cualquiera que sea, si la amamos por sobre todas las cosas, será el definitivo mandato de nuestras almas;  la tarea que estamos llamados a hacer en este mundo, y el único en que podremos ser nosotros mismos, interpretando de una forma material y cotidiana el mensaje del verdadero Yo.  Nuestra salud y nuestra felicidad serán así las que nos permitan juzgar hasta donde hemos interpretado bien este mensaje.

En el hombre perfecto existen todos los atributos espirituales, y venimos a este mundo a manifestarlos de a uno por vez, así como a perfeccionarlos y fortificarlos de modo que ninguna experiencia ni dificultad puede debilitarnos ó apartarnos del cumplimiento de ese propósito.

Nosotros elegimos nuestras propias ocupaciones terrenales y las circunstancias externas que nos proporcionarán las mejores oportunidades de probarnos al máximo.  Venimos con el conocimiento global de nuestra tarea específica;  venimos con el inimaginable privilegio de saber que todas nuestras batallas están ganadas antes de entrar en combate;  que la victoria es cierta aun antes de que llegue la prueba, porque nosotros sabemos que somos los hijos del Creador, y como tales, divinos, inconquistables e invencibles.  Con este conocimiento, la vida es un verdadero regocijo;  las dificultades y las experiencias pueden considerarse como aventuras, porque si comprendemos plenamente el poder que tenemos y somos fieles a nuestra Divinidad, todas las dificultades se desvanecerán como la niebla bajo el sol. Para ello Dios otorgó a sus criaturas el dominio sobre todas las cosas.

Tan solo con escucharlas, nuestras almas nos guiarán en cada circunstancia y en cada dificultad;  la mente y el cuerpo, dirigidos por ella, pasarán por la vida irradiando felicidad y perfecta salud, tan libres de preocupaciones y responsabilidades como un confiado niño pequeño.


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Como parte de la Celebración del Mes del Terapeuta Floral, comparto artículos y diversos materiales de interés relacionados con la Terapia Floral y la obra del Dr. Bach.

El Día Internacional del Terapeuta Floral fue establecido en el año 2009, el día 24 de Septiembre, dia del nacimiento del Dr. Edward Bach,  a partir de la votación realizada en el Grupo de Terapeutas Florales "Flor Vida", de Argentina, al cual pertenezco, y como iniciativa del mismo, siendo aprobado por el Bach Centre de Inglaterra ese mismo año.

El Dr. Bach nació el 24 de septiembre de 1886, en Moseley, en las afueras de Birminhgham, Inglaterra.

Elsa B. Mirol Colella
Consultoría Psicológica y Floral
info@center-salud.com
www.center-salud.com

viernes, 23 de septiembre de 2016

SOMOS LA CAUSA DE NUESTRO SUFRIMIENTO V (Discurso del Dr. Edward Bach)


SOMOS LA CAUSA DE NUESTRO SUFRIMIENTO V

(Quinta parte del discurso pronunciado en Southport, en febrero de 1931, ante la comunidad médica inglesa)



Y ahora, resumiendo, podemos comprender la poderosa participación que tendrá la homeopatía en la  conquista de la enfermedad del futuro.

Ahora logramos comprender que la enfermedad en sí misma es “lo semejante que cura lo semejante”, que nosotros mismos la provocamos, para corregirnos y para alcanzar nuestro bien último, y que podemos evitarla si solo queremos aprender las lecciones requeridas, y corregir nuestroas faltas antes de que sea necesaria una lección más severa de sufrimiento.  

Esta es la continuación natural de la gran obra de Hahnemann, la consecuencia de esta línea de pensamiento que el fue revelada a él, y que nos lleva a un paso más adelante en la comprensión perfecta de la enfermedad y la salud.  Es la etapa que sirve de puente entre el punto en que él nos dejó y el amanecer del día en que la humanidad habrá alcanzado aquel estado de progreso en el que podamos recibir directamente la gloria de la Curación Divina.

El médico que lo comprenda, seleccionando bien sus remedios de entre las benefactoras plantas de la naturaleza, aquellas que han sido divinamente enriquecidas y benditas, será capaz de ayudar a sus pacientes para que abran aquellos canales que les permitan una mayor comunión entre el alma y el cuerpo, para desarrollar de ese modo las virtudes necesarias para expulsar las fallas.

Esto le brinda a la Humanidad la esperanza de alcanzar la verdadera salud combinada con el avance mental y espiritual.

En cuanto a los pacientes, será necesario que estén preparados para enfrentar la verdad, el hecho de que la enfermedad se debe solo y enteramente a las faltas que tienen dentro de sí, así como la muerte es el precio del pecado.  Deben tener el deseo de corregir aquellas faltas, de una vida mejor y más útil, y darse cuenta de que la curación va a depender de su propio esfuerzo, aunque podrán consultar al médico para que los guíe y los asista en su problema.

No habrá ya oro que pague la salud, así como ningún niño puede comprar su educación;  no hay suma de dinero que le enseñe al alumno a escribir, debe aprender por su cuenta, guiado por una experimentada maestra.  Y lo mismo sucede con la salud.

Hay dos grandes mandamientos: “Ama a Dios y a tu prójimo”.  Desarrollaremos nuestra individualidad de manera de obtener una libertad completa que sirva a la Divinidad que está dentro de nosotros, y solo a esa Divinidad.  Y démosle a los otros su absoluta libertad, y sirvamos a nuestro prójimo en la medida en que podamos, de acuerdo a los dictados de nuestras almas, siempre recordando que a medida que crece nuestra propia libertad, crecen nuestra libertad y capacidad de servir a nuestros semejantes.

Es por eso que debemos enfrentar el hecho de que somos la causa de la enfermedad y de que la única cura es la corrección de nuestras faltas.  Toda verdadera curación apunta a ayudar al paciente para que armonice su alma, su mente y su cuerpo.  Solo él puede hacerlo, aunque el consejo y el auxilio de un hermano experto puedan asistirlo en gran medida.

Como estableció Hahnemann, toda curación que no sea desde adentro es dañina, y una cura aparente del cuerpo, obtenida mediante métodos materiales, alcanzada solo a través de la acción de los demás, sin autoayuda, podrá traer ciertamente un alivio físico, pero perjudicará nuestra naturaleza superior, porque la lecciòn no habrá sido aprendida y la falta no habrás ido erradicada.

Hoy en día es terrible pensar en la cantidad de curaciones artificiales y superficiales que se obtienen por dinero y en los métodos incorrectos que se emplean en la medicina;  métodos incorrectos porque solo suprimen síntomas y dan un alivio aparente, sin eliminar la causa.

La curación debe venir desde dentro de nosotros mismos, por el reconocimiento y la corrección de nuestras faltas y la armonización de nuestro ser con el Plan Divino.  Y como el Creador, en Su Misericordia, ha puesta ciertas hierbas Divinamente enriquecidas para ayudarnos a alcanzar nuestra victoria, busquémoslas y usémoslas lo mejor que podamos, para que nos ayuden a escalar la montaña de nuestra evolución, hasta el día en que alcancemos la cima de la perfección.

Hahnemann había advertido la verdad de “lo semejante cura a lo semejante”, que es en realidad “la enfermedad cura la mala acción”;  la verdadera curación está un escalón más arriba de esto:  el amor y todos sus atributos expulsan al mal.

En la correcta curación nada se debe usar que alivie al paciente de su propia responsabilidad y solo deben adoptarse aquellos medios que lo ayuden a superar sus fallas.

Ahora sabemos que ciertos remedios de la farmacopea homeopática tienen el poder de elevar nuestras vibraciones y nos brindan así una unión mejor entre nuestro Yo mortal y espiritual, efectuando la curación mediante la mayor armonía que por ello se produce.

Y finalmente, nuestro trabajo consiste en purificar la farmacopea y agregarle nuevos remedios hasta que contenga sólo aquellos que sean benéficos y estimulantes.



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Como parte de la Celebración del Mes del Terapeuta Floral, comparto artículos y diversos materiales de interés relacionados con la Terapia Floral y la obra del Dr. Bach.

El Día Internacional del Terapeuta Floral fue establecido en el año 2009, el día 24 de Septiembre, dia del nacimiento del Dr. Edward Bach,  a partir de la votación realizada en el Grupo de Terapeutas Florales "Flor Vida", de Argentina, al cual pertenezco, y como iniciativa del mismo, siendo aprobado por el Bach Centre de Inglaterra ese mismo año.

El Dr. Bach nació el 24 de septiembre de 1886, en Moseley, en las afueras de Birminhgham, Inglaterra.

Elsa B. Mirol Colella
Terapeuta Floral - Astróloga
Docente Terapias Holísticas - Escritora
CTS-CENTRO DE TERAPIAS PARA LA SALUD
Wsp +54 9 11 5731 6361

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También agradeceré el compartir este artículo.


SOMOS LA CAUSA DE NUESTRO SUFRIMIENTO IV (Discurso del Dr. Edward Bach)


SOMOS LA CAUSA DE NUESTRO SUFRIMIENTO IV

(Cuarta parte del discurso pronunciado en Southport, en febrero de 1931, ante la comunidad médica inglesa)



Es preciso abandonar para siempre la idea de que el alivio puede obtenerse mediante el pago de oro ó de plata.  La salud, como la vida, es de origen divino y solo puede obtenerse por medios divinos.  Quizá parezca que el dinero, los lujos, los viajes, son capaces de comprar una mejoría para nuestro ser físico, pero estas cosas nunca pueden darnos verdadera salud.

El paciente del mañana debe entender que él, y solo él, puede conseguir para sí mismo el alivio del sufrimiento, aunque reciba el consejo y el auxilio de un hermano mayor que lo ayude en su esfuerzo.

La salud existe cuando hay una armonía perfecta entre el alma, la mente y el cuerpo, y esta armonía, y solo esta armonía, debe alcanzarse antes de que se alcance la curación.

En el futuro nadie se sentirá orgulloso de estar enfermo;  por el contrario, la gente se sentirá avergonzada de su enfermedad como lo estaría si hubiera cometido un crimen.

Y ahora quiero explicarles dos condiciones que han provocado, quizá, la mayor cantidad de enfermedades en este país que ninguna otra causa individual;  los grandes defectos de nuestra civilización: la codicia y la idolatría.

Es obvio que la enfermedad se nos envía como una forma de corrección.  Es nuestra entera responsabilidad, el resultado de nuestra malas acciones y malos pensamientos. Si solo pudiéramos corregir nuestra faltas y vivir en armonía con el Plan Divino, la enfermedad no podría nunca atacarnos.

Aquí, en nuestra civilización, la codicia lo ensombrece todo. Hay codicia de riqueza, de rango, de  posiciones, de honores mundanos, de comodidades, de fama, pero no quisiera hablar de esto porque, en comparación, todas estas cosas son inofensivas.

Lo peor de todo es la codicia de poseer a otro individuo. A decir verdad, esto es tan común entre nosotros que se llega a considerar casi correcto y apropiado.  Esa manera de ver las cosas no mitiga el mal ya que desear la posesión ó influencia sobre otro individuo ó personalidad es usurpar el poder de nuestro Creador.

¿Cuántos, entre sus amigos y familiares, pueden Uds. decir que son libres? ¿Cuántos hay que no estén limitados ó influidos ó controlados por algún otro ser humano? ¿Cuántos hay que podrían decir, día tras día, mes tras mes, año tras año, “Yo solo obedezco los dictados de mi alma, inconmovible ante la influencia de otras personas ?

Y sin embargo, cada uno de nosotros es un alma libre, responsable solo ante Dios por sus acciones, y hasta por sus mismos pensamientos.

Es posible que la mayor lección que debemos aprender de la vida es la libertad. Libertad en relación con las circunstancias, con el ambiente, con otras personalidades y prncipalmente con respecto a nosotros mismos, porque hasta que no seamos libres no podremos darnos y servir a nuestros hermanos de manera completa.

Recuérdese que si sufrimos enfermedad ó dificultades, si estamos rodeados de parientes ó amigos que nos molestan, si tenemos que vivir entre aquellos que nos dominan y regulan nuestra vida, que interfieren en nuestros planes y dificultan nuestro progreso, se debe a nosotros mismos;  es porque todavía queda en nosotros un vestigio que obstaculiza nuestra libertad, ó nos falta aun el valor para reclamar nuestra propia individualidad, nuestro derecho innato.

El momento en que nosotros le hayamos dado la libertad completa a todo lo que nos rodea, cuando ya no deseemos atar ó limitar, cuando ya no esperemos nada de nadie, cuando solo pensemos en dar y volver a dar y nunca tomar, en ese momento nos encontraremos libres de todo el mundo:  perderemos nuestros lazos, se romperán nuestras cadenas y, por primera vez en nuestra vida conoceremos la alegría exquisita de la perfecta libertad.  Libres de toda atadura humana, seremos siervos felices y dispuestos solo para nuestro Ser Superior.

Tanto se ha extendido el poder posesivo en Occidente que se necesitará mucha enfermedad hasta que la gente se dé cuenta del error y corrija su vida, y según sea la severidad y el tipo de dominación sobre el otro, así sufriremos si seguimos usurpando un poder que no le pertenece al hombre.

Por derecho innato tenemos libertad absoluta, y solo podemos obtenerla si garantizamos esa libertad a toda alma viviente que se acerque a nuestra vida.  Porque en verdad cosechamos lo que sembramos y en verdad “seremos medidos con la misma vara que nosotros usemos”

Exactamente de la misma manera en que nosotros bloqueamos la vida de otro, sea joven o viejo, del mismo modo eso se vuelve contra nosotros.  Si limitamos sus actividades, quizás encontremos nuestro cuerpo limitado por la rigidez.  Si además les causamos dolor y sufrimiento, debemos estar preparados para soportar lo mismo, hasta que nos hayamos corregido;  y no hay enfermedad, por más severa que sea, que no precise que la controlemos y que cambiemos nuestro rumbo.

Aquellos de ustedes que sufren en manos de otra persona, pónganse contentos, porque eso significa que han alcanzado el estadío de avance en que se les enseña a recobrar su libertad, y el dolor y la pena misma que ustedes están soportando les está enseñando cómo corregir sus propia falta;  advertida y corregida ésta, sus problemas se habrán terminado.

El modo de empezar a trabajar para lograrlo es practicar una amabilidad exquisita;  no herir al otro con el pensamiento, la palabra ó la acción.  Recuérdese que todas las personas obran para su propia salvación, van por la vida a fin de aprender aquellas lecciones necesarias para perfeccionar su propia alma y deben hacerlo por sí mismas, deben tener sus propias experiencias, aprender los peligros del  mundo y  -mediante su propio esfuerzo- encontrar el camino que los lleve a la cima de la montaña.

Lo máximo que podemos hacer, cuando tenemos un poquito más de conocimiento y de experiencia que un hermano más joven, es guiarlo con amabilidad. Si quiere escuchar, bien, sino, debemos esperar pacientemente hasta que una mayor experiencia le enseñe su falta, y quizás entonces vuelva a nosotros.

Debemos tratar de ser amables, tan tranquilos, tan pacientemente útiles que nos movamos entre nuestros hermanos como un soplo de aire ó un rayo de luz, siempre listos para ayudarles cuando lo pidan pero nunca forzando sobre ellos nuestros puntos de vista.

Y ahora quiero hablarles de otro gran impedimento para la salud que es muy pero muy común hoy en dia y representa uno de los mayores obstáculos que los médicos encuentran en su lucha por curar.  Se trata de una forma de idolatría. Cristo dijo: “No podéis servir a Dios y a la riqueza” y sin embargo el servicio de la riqueza es uno de los mayores estorbos.

Hubo una vez un ángel –un ángel glorioso, magnífico- que se le apareció a San Juan, quien se postró en adoración.  Pero el ángel le dijo: “No lo hagas porque yo soy tu sirviente y tu hermano. Adora a Dios”.  Y sin embargo hoy, decenas de miles de nosotros no adoramos a Dios, ni siquiera al maravilloso ángel, sino a un ser humano como nosotros.  Les puedo asegurar  que una de las mayores dificultades que se debe superar es la adoración del sufriente por otro mortal.

Es muy común la expresión: “Debo preguntarle a mi padre, mi hermana, mi marido”. ¡ Qué tragedia ¡ Pensar que un alma humana que está desarrollando su evolución divina, debe detenerse a pedir permiso a un compañero de viaje. ¿A quién cree que le debe su origen, su ser, su vida… a un compañero de viaje ó a su Creador ?

Debemos entender que somos responsables de nuestras acciones y de nuestros pensamientos ante Dios, y solo ante El.  Y que verse influídos, obedecer los pedidos o considerar los deseos de otro mortal es una verdadera idolatría.  El castigo, es severo, se nos ata con cadenas, se nos pone en prisión, se nos confina de por vida.  Y así debería ser, y eso es un ser humano, cuando todo nuestro ser debería conocer solo una orden, la de nuestro Creador, el que nos dio nuestra vida y nuestro entendimiento.

Estén seguros de que el individuo que considere a su mujer, su hijo, su padre ó su amigo por encima de su deber, es un idólatra, que sirve a la riqueza y no a Dios.

Recuerden las palabras de Cristo: “¿ Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”, que quiere decir que inclusive todos nosotros, pequeños e insignificantes como podemos ser, estamos aquí para servir a nuestros hermanos, la Humanidad, el mundo en general y nunca, ni por el instante más breve, estar bajo los dictados y las órdenes de otro individuo humano que esté en contra de aquellos motivos que sabemos que son las órdenes de nuestra alma.

Sean capitanes de sus almas, sean los dueños de su destino (que significa: permitan que su Yo sea gobernado y conducido enteramente por la divinidad que está dentro de ustedes, sin dar lugar e interferencia a ninguna persona ó circunstancia), siempre viviendo de acuerdo con las leyes de Dios, y siendo responsables sólo ante El, que les dio la vida.

Y todavía hay un punto que tratar.  Recuerden siempre el precepto que dio Cristo a sus discípulos: “No resistan el mal”.  La enfermedad y el mal no deben conquistarse en la lucha directa sino reemplazándolos por el bien.  La oscuridad resulta vencida por la luz, no por una mayor oscuridad, el odio por el amor, la crueldad por la compasión y la piedad, y la enfermedad por la salud.

Nuestro objetivo es advertir nuestras faltas y nos empeñamos por eso en desarrollar la virtud opuesta, a fin de que la falta desaparezca de nosotros como la nieve se derrite al sol.  No pelee contra sus preocupaciones, no luche contra su enfermedad, no combata sus defectos, es mejor que los olvide concentrándose en el desarrollo de la virtud que precisa.


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El Día Internacional del Terapeuta Floral fue establecido en el año 2009, el día 24 de Septiembre, dia del nacimiento del Dr. Edward Bach,  a partir de la votación realizada en el Grupo de Terapeutas Florales "Flor Vida", de Argentina, al cual pertenezco, y como iniciativa del mismo, siendo aprobado por el Bach Centre de Inglaterra ese mismo año.

El Dr. Bach nació el 24 de septiembre de 1886, en Moseley, en las afueras de Birminhgham, Inglaterra.

Elsa B. Mirol Colella

Psicología Holística - Terapia Floral - Astrología
CTS-Centro de Terapias para la Salud
consultas@center-salud.com
www.center-salud.com

jueves, 22 de septiembre de 2016

SOMOS LA CAUSA DE NUESTRO SUFRIMIENTO III - Discurso del Dr. Edward Bach



SOMOS LA CAUSA DE NUESTRO SUFRIMIENTO III


(Tercera parte del discurso pronunciado en Southport, en febrero de 1931, ante la comunidad médica inglesa)




Echemos una mirada ahora, por un momento, al hospital del futuro.

Será un santuario de paz, esperanza y alegría. Sin prisas, sin ruido, enteramente desprovisto de todo el aterrorizante aparataje de hoy en día, libre del olor de antisépticos y anestésicos, desprovisto de todo lo que sugiere enfermedad y sufrimiento.  No habrá ya frecuentes y perturbadoras interrupciones del descanso de los pacientes para tomarles la temperatura, ni un examen cotidiano con estetoscopios y palpaciones que impresionan su mente sobre la naturaleza de la enfermedad.  Tampoco se le tormará el pulso constantemente para sugerir que el corazón está latiendo demasiado aprisa. 

Porque todo esto impide que haya una atmósfera de paz y calma, tan necesaria para que el paciente logre una rápida recuperación.

Tampoco se necesitarán laboratorios, porque el examen minucioso y microscópico del detalle ya no importará cuando haya una comprensión total de que es al paciente a quien debe tratarse y no a la enfermedad

La finalidad de  todas las instituciones será tener una atmósfera de paz y de esperanza, de alegría y de fe.  Se hará todo para animar al paciente a que olvide su enfermedad, para que luche por su salud y al mismo tiempo que corrija cualquier falta en su naturaleza, y que alcance la comprensión de la lección que tiene que aprender.

Todo lo que tenga que ver con el hospital del futuro será bello y estimulante, de modo que el paciente busque refugio allí, no solo para aliviarse de su enfermedad sino también para desarrollar el deseo de vivir una vida en mejor armonía con los dictados de su alma que la que vivía anteriormente.

El hospital será la madre de los enfermos, los llevará en sus brazos, los calmará y confortará, y les dará esperanza, fe y valor para sobreponerse a sus dificultades.

El médico del mañana se dará cuenta de que él, por sí mismo, no tiene poder para curar, pero si dedica su vida al servicio de sus semejantes, a estudiar la naturaleza humana a fin de comprender, en parte, su significado, a desear de todo corazón aliviar a los enfermos, entonces, a través de él, tal vez sea enviado el conocimiento que lo guíe y el poder de curar para aliviar la pena.

E inclusive entonces, su poder y su capacidad de ayudar se verá proporcionada a la intensidad del deseo y de su voluntad de servir.  Entenderá que la salud, como la vida, es de Dios, y solo de Dios.  Que él y los remedios que use son meros instrumentos y agentes del Plan Divino para ayudar a devolver al sufriente al sendero de la Ley Divina.

A este médico no le interesarán la patología ó la anatomía patológica, porque él estudiará la salud.  No le importará si, por ejemplo, la respiración insuficiente fue causada por el bacilo tuberculoso, el estreptococo ó cualquier otro organismo.  Pero sí le interesará, y mucho, saber por qué el paciente debe sufrir esa dificultad en su respiración.  Nunca se preocupará por saber cuál de las válvulas del corazón está dañada pero será vital darse cuenta de qué manera el paciente está desarrollando incorrectamente su amor.  No se requerirán ya rayos X para examinar una articulación con artritis, pero si, en cambio, investigar en la mentalidad del paciente para descubrir la rigidez de su mente.

El pronóstico de la enfermedad ya no dependerá de los signos y síntomas físicos sino de la capacidad del paciente para corregir su falta y armonizarse con su Vida Espriritual.

La formación del médico consistirá en un profundo estudio de la naturaleza humana, una gran percepción de lo puro y lo perfecto, una comprensión del estado Divino del hombre y el conocimiento de la manera de ayudar a aquellos que sufren de modo que puedan armonizar su conducta con su Yo Espritual llevando concordia y salud a su personalidad.

Deberá ser capaz de comprender, a partir de la vida y la historia del paciente, el conflicto que está causando la enfermedad y la falta de armonía entre el cuerpo y el alma, y poder así darle el necesario consejo y tratamiento para alivio del sufriente.

También tendrá que estudiar la naturaleza y sus leyes, y estar familiarizado con sus poderes curativos que podrá utilizar para el bien y el provecho del paciente.

El tratamiento del futuro brindará cuatro cualidades al paciente.

Primero paz, segundo esperanza, tercero alegría y cuarto fe.

Y todo el ambiente y atención estarán dedicados a ese fin.  Se rodeará al paciente de una atmósfera de salud y luz tales que estimulen su recuperación.  Y al mismo tiempo, los errores del paciente, habiendo sido diagnosticados, le serán indicados, dándosele la ayuda y el estímulo necesarios para que los pueda vencer.

Además de esto, se administrarán aquellos hermosos remedios que han sido Divinamente enriquecidos con poderes curativos, para abrir aquellos canales de la luz del alma que están limitados, de modo que el paciente pueda verse inundado con la virtud curativa.

La acción de estos remedios es la de elevar nuestras vibraciones y abrir nuestros canales para la recepción de nuestro Yo espiritual, inundar nuestra naturaleza con la virtud particular que necesitamos y lavarnos de la falta que está causando el daño. Como bella música ó cualquier cosa gloriosamente exaltadora que nos dé inspiración, los remedios pueden elevar nuestra misma naturaleza acercándonos a nuestras almas, y por este acto mismo brindarnos paz y aliviar nuestros sufrimientos.

No curan atacando la enfermedad sino inundando nuestro cuerpo de las hermosas vibraciones de nuestra naturaleza superior, en presencia de la cual la enfermedad se derrite como la nieve al sol.

Y por último, deben cambiar la actitud del paciente con respecto a la enfermedad y a la salud.




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Como parte de la Celebración del Mes del Terapeuta Floral, comparto artículos y diversos materiales de interés relacionados con la Terapia Floral y la obra del Dr. Bach.

El Día Internacional del Terapeuta Floral fue establecido en el año 2009, el día 24 de Septiembre, dia del nacimiento del Dr. Edward Bach,  a partir de la votación realizada en el Grupo de Terapeutas Florales "Flor Vida", de Argentina, al cual pertenezco, y como iniciativa del mismo, siendo aprobado por el Bach Centre de Inglaterra ese mismo año.

El Dr. Bach nació el 24 de septiembre de 1886, en Moseley, en las afueras de Birminhgham, Inglaterra.

Elsa B. Mirol Colella

Terapia Floral - Psicología Junguiana
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