SOMOS LA CAUSA DE NUESTRO SUFRIMIENTO V
(Quinta parte del discurso pronunciado en Southport,
en febrero de 1931, ante la comunidad médica inglesa)
Y
ahora, resumiendo, podemos comprender la poderosa participación que tendrá la
homeopatía en la conquista de la
enfermedad del futuro.
Ahora
logramos comprender que la enfermedad en sí misma es “lo semejante que cura lo
semejante”, que nosotros mismos la provocamos, para corregirnos y para alcanzar
nuestro bien último, y que podemos evitarla si solo queremos aprender las
lecciones requeridas, y corregir nuestroas faltas antes de que sea necesaria
una lección más severa de sufrimiento.
Esta es la continuación natural de la gran obra de Hahnemann, la
consecuencia de esta línea de pensamiento que el fue revelada a él, y que nos
lleva a un paso más adelante en la comprensión perfecta de la enfermedad y la
salud. Es la etapa que sirve de puente
entre el punto en que él nos dejó y el amanecer del día en que la humanidad
habrá alcanzado aquel estado de progreso en el que podamos recibir directamente
la gloria de la Curación Divina.
El
médico que lo comprenda, seleccionando bien sus remedios de entre las
benefactoras plantas de la naturaleza, aquellas que han sido divinamente
enriquecidas y benditas, será capaz de ayudar a sus pacientes para que abran
aquellos canales que les permitan una mayor comunión entre el alma y el cuerpo,
para desarrollar de ese modo las virtudes necesarias para expulsar las fallas.
Esto
le brinda a la Humanidad
la esperanza de alcanzar la verdadera salud combinada con el avance mental y
espiritual.
En
cuanto a los pacientes, será necesario que estén preparados para enfrentar la
verdad, el hecho de que la enfermedad se debe solo y enteramente a las faltas
que tienen dentro de sí, así como la muerte es el precio del pecado. Deben tener el deseo de corregir aquellas
faltas, de una vida mejor y más útil, y darse cuenta de que la curación va a
depender de su propio esfuerzo, aunque podrán consultar al médico para que los
guíe y los asista en su problema.
No
habrá ya oro que pague la salud, así como ningún niño puede comprar su
educación; no hay suma de dinero que le
enseñe al alumno a escribir, debe aprender por su cuenta, guiado por una
experimentada maestra. Y lo mismo sucede
con la salud.
Hay
dos grandes mandamientos: “Ama a Dios y a tu prójimo”. Desarrollaremos nuestra individualidad de
manera de obtener una libertad completa que sirva a la Divinidad que está
dentro de nosotros, y solo a esa Divinidad.
Y démosle a los otros su absoluta libertad, y sirvamos a nuestro prójimo
en la medida en que podamos, de acuerdo a los dictados de nuestras almas,
siempre recordando que a medida que crece nuestra propia libertad, crecen
nuestra libertad y capacidad de servir a nuestros semejantes.
Es
por eso que debemos enfrentar el hecho de que somos la causa de la enfermedad y
de que la única cura es la corrección de nuestras faltas. Toda verdadera curación apunta a ayudar al
paciente para que armonice su alma, su mente y su cuerpo. Solo él puede hacerlo, aunque el consejo y el
auxilio de un hermano experto puedan asistirlo en gran medida.
Como
estableció Hahnemann, toda curación que no sea desde adentro es dañina, y una
cura aparente del cuerpo, obtenida mediante métodos materiales, alcanzada solo
a través de la acción de los demás, sin autoayuda, podrá traer ciertamente un
alivio físico, pero perjudicará nuestra naturaleza superior, porque la lecciòn
no habrá sido aprendida y la falta no habrás ido erradicada.
Hoy
en día es terrible pensar en la cantidad de curaciones artificiales y
superficiales que se obtienen por dinero y en los métodos incorrectos que se
emplean en la medicina; métodos
incorrectos porque solo suprimen síntomas y dan un alivio aparente, sin
eliminar la causa.
La
curación debe venir desde dentro de nosotros mismos, por el reconocimiento y la
corrección de nuestras faltas y la armonización de nuestro ser con el Plan
Divino. Y como el Creador, en Su
Misericordia, ha puesta ciertas hierbas Divinamente enriquecidas para ayudarnos
a alcanzar nuestra victoria, busquémoslas y usémoslas lo mejor que podamos,
para que nos ayuden a escalar la montaña de nuestra evolución, hasta el día en
que alcancemos la cima de la perfección.
Hahnemann
había advertido la verdad de “lo semejante cura a lo semejante”, que es en
realidad “la enfermedad cura la mala acción”;
la verdadera curación está un escalón más arriba de esto: el amor y todos sus atributos expulsan al
mal.
En
la correcta curación nada se debe usar que alivie al paciente de su propia
responsabilidad y solo deben adoptarse aquellos medios que lo ayuden a superar
sus fallas.
Ahora
sabemos que ciertos remedios de la farmacopea homeopática tienen el poder de
elevar nuestras vibraciones y nos brindan así una unión mejor entre nuestro Yo
mortal y espiritual, efectuando la curación mediante la mayor armonía que por
ello se produce.
Y
finalmente, nuestro trabajo consiste en purificar la farmacopea y agregarle
nuevos remedios hasta que contenga sólo aquellos que sean benéficos y
estimulantes.
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Como parte de la Celebración del Mes del Terapeuta Floral, comparto artículos y diversos materiales de interés relacionados con la Terapia Floral y la obra del Dr. Bach.
El Día Internacional del Terapeuta Floral fue establecido en el año 2009, el día 24 de Septiembre, dia del nacimiento del Dr. Edward Bach, a partir de la votación realizada en el Grupo de Terapeutas Florales "Flor Vida", de Argentina, al cual pertenezco, y como iniciativa del mismo, siendo aprobado por el Bach Centre de Inglaterra ese mismo año.
Elsa B. Mirol Colella
Terapeuta Floral - Astróloga
Docente Terapias Holísticas - Escritora
CTS-CENTRO DE TERAPIAS PARA LA SALUD
Wsp +54 9 11 5731 6361
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También agradeceré el compartir este artículo.
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