SOMOS LA CAUSA DE NUESTRO SUFRIMIENTO III
(Tercera parte del discurso pronunciado en
Southport, en febrero de 1931, ante la comunidad médica inglesa)
Echemos
una mirada ahora, por un momento, al hospital del futuro.
Será
un santuario de paz, esperanza y alegría. Sin prisas, sin ruido, enteramente
desprovisto de todo el aterrorizante aparataje de hoy en día, libre del olor de
antisépticos y anestésicos, desprovisto de todo lo que sugiere enfermedad y
sufrimiento. No habrá ya frecuentes y
perturbadoras interrupciones del descanso de los pacientes para tomarles la temperatura,
ni un examen cotidiano con estetoscopios y palpaciones que impresionan su mente
sobre la naturaleza de la enfermedad.
Tampoco se le tormará el pulso constantemente para sugerir que el
corazón está latiendo demasiado aprisa.
Porque
todo esto impide que haya una atmósfera de paz y calma, tan necesaria para que
el paciente logre una rápida recuperación.
Tampoco
se necesitarán laboratorios, porque el examen minucioso y microscópico del
detalle ya no importará cuando haya una comprensión total de que es al
paciente a quien debe tratarse y no a la enfermedad
La
finalidad de todas las instituciones
será tener una atmósfera de paz y de esperanza, de alegría y de fe. Se hará todo para animar al paciente a que
olvide su enfermedad, para que luche por su salud y al mismo tiempo que
corrija cualquier falta en su naturaleza, y que alcance la comprensión de la
lección que tiene que aprender.
Todo
lo que tenga que ver con el hospital del futuro será bello y estimulante, de
modo que el paciente busque refugio allí, no solo para aliviarse de su enfermedad
sino también para desarrollar el deseo de vivir una vida en mejor armonía
con los dictados de su alma que la que vivía anteriormente.
El
hospital será la madre de los enfermos, los llevará en sus brazos, los calmará
y confortará, y les dará esperanza, fe y valor para
sobreponerse a sus dificultades.
El
médico del mañana se dará cuenta de que él, por sí mismo, no tiene poder
para curar, pero si dedica su vida al servicio de sus semejantes, a
estudiar la naturaleza humana a fin de comprender, en parte, su
significado, a desear de todo corazón aliviar a los enfermos, entonces,
a través de él, tal vez sea enviado el conocimiento que lo guíe y el poder
de curar para aliviar la pena.
E
inclusive entonces, su poder y su capacidad de ayudar se verá proporcionada
a la intensidad del deseo y de su voluntad de servir. Entenderá que la salud, como la vida, es
de Dios, y solo de Dios. Que él y
los remedios que use son meros instrumentos y agentes del Plan Divino
para ayudar a devolver al sufriente al sendero de la
Ley Divina.
A
este médico no le interesarán la patología ó la anatomía patológica, porque él
estudiará la salud. No le importará
si, por ejemplo, la respiración insuficiente fue causada por el bacilo
tuberculoso, el estreptococo ó cualquier otro organismo. Pero sí le interesará, y mucho, saber por
qué el paciente debe sufrir esa dificultad en su respiración. Nunca se preocupará por saber cuál de las
válvulas del corazón está dañada pero será vital darse cuenta de qué manera el
paciente está desarrollando incorrectamente su amor. No se requerirán ya rayos X para examinar una
articulación con artritis, pero si, en cambio, investigar en la mentalidad
del paciente para descubrir la rigidez de su mente.
El
pronóstico de la enfermedad ya no dependerá de los signos y síntomas físicos
sino de la capacidad del paciente para corregir su falta y armonizarse con
su Vida Espriritual.
La
formación del médico consistirá en un profundo estudio de la naturaleza
humana, una gran percepción de lo puro y lo perfecto, una comprensión del
estado Divino del hombre y el conocimiento de la manera de ayudar a aquellos
que sufren de modo que puedan armonizar su conducta con su Yo Espritual
llevando concordia y salud a su personalidad.
Deberá
ser capaz de comprender, a partir de la vida y la historia del paciente, el
conflicto que está causando la enfermedad y la falta de armonía entre el
cuerpo y el alma, y poder así darle el necesario consejo y tratamiento para
alivio del sufriente.
También
tendrá que estudiar la naturaleza y sus leyes, y estar familiarizado con
sus poderes curativos que podrá utilizar para el bien y el provecho del
paciente.
El
tratamiento del futuro brindará cuatro cualidades al paciente.
Primero
paz, segundo esperanza, tercero alegría y cuarto fe.
Y
todo el ambiente y atención estarán dedicados a ese fin. Se rodeará al paciente de una atmósfera de
salud y luz tales que estimulen su recuperación. Y al mismo tiempo, los errores del paciente,
habiendo sido diagnosticados, le serán indicados, dándosele la ayuda y el
estímulo necesarios para que los pueda vencer.
Además
de esto, se administrarán aquellos hermosos remedios que han sido Divinamente
enriquecidos con poderes curativos, para abrir aquellos canales de la luz
del alma que están limitados, de modo que el paciente pueda verse inundado con
la virtud curativa.
La
acción de estos remedios es la de elevar nuestras vibraciones y abrir
nuestros canales para la recepción de nuestro Yo espiritual, inundar
nuestra naturaleza con la virtud particular que necesitamos y lavarnos de la
falta que está causando el daño. Como bella música ó cualquier cosa
gloriosamente exaltadora que nos dé inspiración, los remedios pueden elevar
nuestra misma naturaleza acercándonos a nuestras almas, y por este acto mismo
brindarnos paz y aliviar nuestros sufrimientos.
No
curan atacando la enfermedad sino inundando nuestro cuerpo de las hermosas
vibraciones de nuestra naturaleza superior, en presencia de la cual la
enfermedad se derrite como la nieve al sol.
Y
por último, deben cambiar la actitud del paciente con respecto a la
enfermedad y a la salud.
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Como
parte de la Celebración del Mes del Terapeuta Floral, comparto
artículos y diversos materiales de interés relacionados con la Terapia
Floral y la obra del Dr. Bach.
El Día Internacional del Terapeuta Floral fue establecido en el año 2009, el día 24 de Septiembre, dia del nacimiento del Dr. Edward Bach, a partir de la votación realizada en el Grupo de Terapeutas Florales "Flor Vida", de Argentina, al cual pertenezco, y como iniciativa del mismo, siendo aprobado por el Bach Centre de Inglaterra ese mismo año.
El Dr. Bach nació el 24 de septiembre de 1886, en Moseley, en las afueras de Birminhgham, Inglaterra.
Elsa B. Mirol Colella
Terapia Floral - Psicología Junguiana
consultas@center-salud.com
www.center-salud.com
El Día Internacional del Terapeuta Floral fue establecido en el año 2009, el día 24 de Septiembre, dia del nacimiento del Dr. Edward Bach, a partir de la votación realizada en el Grupo de Terapeutas Florales "Flor Vida", de Argentina, al cual pertenezco, y como iniciativa del mismo, siendo aprobado por el Bach Centre de Inglaterra ese mismo año.
El Dr. Bach nació el 24 de septiembre de 1886, en Moseley, en las afueras de Birminhgham, Inglaterra.
Elsa B. Mirol Colella
Terapia Floral - Psicología Junguiana
consultas@center-salud.com
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