viernes, 16 de septiembre de 2016

SOMOS LA CAUSA DE NUESTRO SUFRIMIENTO I - Discurso del Dr. Edward Bach

SOMOS LA CAUSA DE NUESTRO SUFRIMIENTO I
(Primera parte del discurso pronunciado en Southport, en febrero de 1931, ante la comunidad médica inglesa)




No es tarea fácil hablar frente a ustedes esta noche.  Uds. constituyen una sociedad médica y yo vengo aquí como médico.  Sin embargo, la medicina a la cual qusiera referirme está tan alejada de las opiniones ortodoxas de hoy que poco habrá en esta exposición que huela a consultorio, enfermería u hospital, tal como los conocemos hoy en día.

Si no fuera porque Uds., como seguidores de Hahnemann, están ya muy avanzados con respecfto a aquellos que predican las enseñanzas de Galeno y la medicina ortodoxa de los últimos doscientos años, no me atrevería siquiera a hablar.
Pero la enseñanza de su gran maestro y de sus seguidores ha echado mucha luz sobre la naturaleza de la enfermedad, abriendo tanto el camino que lleva a la correcta curación, que yo sé que Uds. estarán preparados para acompañarme un poco más allá en el sendero a fin de ampliar la visión de las glorias de la perfecta salud y de la verdadera naturaleza de la enfermedad y de la curación.

La inspiración dada a Hahnemann trajo luz a la humanidad que estaba en la oscuridad del materialismo, cuando el hombre había llegado a considerar a la enfermedad como un problema puramente materialista que debía ser aliviado y curado solo por medios materiales.

El, como Paracelso, sabía que si nuestros aspectos espirituales y mentales estuvieran en armonía, la enfermedad no existiría, y él se dispuso a encontrar los remedios que pudieran tratar a nuestras mentes y de ese modo brindarnos paz y salud.

Hahnemann logró avanzar mucho y nos hizo recorrer un largo trecho del camino, pero solo tenía el tiempo de una vida para trabajar.  Es nuestro deber continuar su búsqueda donde él la dejó, tratando de acrecentar la estructura de la perfecta curación, para la cual él sentó fundamentos, y así empezar la construcción como corresponde.

El homeópata ya ha prescindido de muchos de los aspectos innecesarios y sin importancia de la mediciana ortodoxa, pero todavía tiene que seguir.  Sé que Uds. quieren mirar hacia delante, porque ni el conocimiento del pasado ni el del presente son suficientes para el que busca la verdad.

Paracelso y Hahnemann nos enseñaron a no prestarle demasiada atención a los detalles de la enfermedad, sino a tratar la personalidad, el hombre interior, porque se daban cuenta de que estando nuestra naturaleza mental y espiritual en armonía, la enfermedad desaparece.  Ese gran basamento para su edificio es la enseñanza fundamental que debemos continuar.

Luego Hahnemann comprendió cómo causar esta armonía, y descubrió que, trabajando con drogas y remedios de la vieja escuela y elementos y plantas que él mismo había seleccionado, podía revertir la acción por potencialización, de modo que la misma sustancia que daba origen a los envenenamientos y síntomas de enfermedad podría –en una cantidad diminuta- curar aquellos síntomas particulares cuando se la preparaba según su método especial.

Así formuló la ley de “lo semejante cura a lo semejante”;  otro gran principio fundamental de vida.  Y nos dejó para que continuáramos la construcción del templo cuyos planos iniciales le habían sido revelados.

Y si seguimos en esta línea de pensamiento, la primera gran percepción que llega hasta nosotros es la verdad de que la enfermedad misma es “lo semejante que cura a los semejante”, porque la enfermedad es el resultado de una actividad errónea.  Es la consecuencia natural de la falta de armonía entre nuestros cuerpos y nuestras almas;  es “lo semejante cura a lo semejante” porque la enfermedad misma es lo que evita y previene que llevemos demasiado lejos nuestras malas acciones y al mismo tiempo, es una lección que nos enseña a corregir nuestros caminos y a armonizar nuestras vidas con los dictados de nuestra alma.

La enfermedad es el resultado del mal pensamiento y de la mala acción y cesa cuando acto y pensamiento se corrigen.  Cuando se aprende la lección del sufrimiento y de la pena, no queda ya propósito para su presencia, y automáticamente desaparece.

Esto es lo que Hahnemann consideró de modo incompleto como “lo semejante cura lo semejante”


 

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Como parte de la Celebración del Mes del Terapeuta Floral, comparto artículos y diversos materiales de interés relacionados con la Terapia Floral y la obra del Dr. Bach.

El Día Internacional del Terapeuta Floral fue establecido en el año 2009, el día 24 de Septiembre, dia del nacimiento del Dr. Edward Bach,  a partir de la votación realizada en el Grupo de Terapeutas Florales "Flor Vida", de Argentina, al cual pertenezco, y como iniciativa del mismo, siendo aprobado por el Bach Centre de Inglaterra ese mismo año.

El Dr. Bach nació el 24 de septiembre de 1886, en Moseley, en las afueras de Birminhgham, Inglaterra.

Elsa B. Mirol Colella
Consultoría Psicológica y Floral
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www.center-salud.com

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