lunes, 4 de enero de 2016

YOGANANDA, JESUS Y LOS REYES MAGOS



El Yoga de Jesús
(fragmento)



Capítulo 2
Jesús y el Yoga

La continuidad de la palabra de Dios a través de sus avatares quedó bellamente simbolizada por el intercambio espiritual que se produjo entre Jesús y los Magos (Sabios) de Oriente, procedentes de la India, que acudieron a honrarle en ocasión de su nacimiento.

Existe en la India un sólido legado tradicional, considerado fidedigno por notables metafísicos y compuesto por conocidos relatos que figuran en manuscritos antigüos, donde se narra que los Magos de Oriente que viajaron a Belén con el propósito de ver al Niño Jesús eran, en realidad, grandes sabios de la India. Y no solo los maestros de la India visitaron a Jesús, sino que él, a su vez, les devolvió la visita.

Durante los años de la vida de Jesús sobre los cuales no se tiene ninguna información (las escrituras guardan silencio en lo que respecta al período comprendido aproximadamente entre los 14 y 30 años de edad), él viajó a la India recorriendo, probablemente, la transitada ruta comercial que unía el Mediterráneo con China y la India.

La realización divina con que ya contaba Jesús, nuevamente despierta y fortalecida por la compañía de los maestros de la India y el entorno espiritual allí imperante, brindó el cimiento de universalidad de la verdad en el que Jesús se basó para predicar un mensaje sencillo y asequible que las masas de su país natal podrían comprender, pero quem, al mismo tiempo, se hallaba colmado de significados subyacentes que serían apreciados por las generaciones futuras, a medida que la mente humana progresara desde su etapa infantil hasta alcanzar la madurez del entendimiento.

Los “años perdidos” de Jesús
En el Nuevo Testamento, la cortina del silencio desciende sobre la vida de Jesús después de los 12 años  y no vuelve a alzarse hasta 18 años más tarde, cuando recibe el bautismo de Juan y comienza a predicar ante las multitudes.

Unicamente se nos dice: “Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lucas 2, 52)

El hecho de que los contemporáneos de un personaje tan excepcional como Jesús no hayan encontrado nada digno de ser mencionado por escrito desde la niñez hasta el trigésimo año de su vida, es, en si mismo, extraordinario.

Sin embargo, existen efectivamente relatos notables acerca de Jesús, pero no en su país de origen, sino más hacia Oriente, en aquellos lugares donde pasó la mayor parte del período sobre el cual se carece de datos.

Ocultos en un remoto monasterio tibetano se encuentran documentos de incalculable valor que hacen referencia a un tal San Issa, proveniente de Israel, “en quien se hallaba manifestada el Alma del Universo” y que desde los 14 hasta los 28 años permaneció en la India y zonas de la Cordillera del Himalaya –entre santos, monjes y pandits-, predicó su mensaje por toda la región y luego, con el propósito de enseñar, retornó a su tierra natal, donde fue cruelmente maltratado, condenado a muerte y crucificado.  A excepción de los registros que aparecen en estos antiguos manuscritos, nada se ha publicado acerca de los años desconocidos de la vida de Jesús.

De modo providencial, el viajero ruso Nicolás Notovitch descubrió y transcribió estos documentos (en el Monasterio de Himis, del Tibet) “El mismo publicó sus notas en 1894 bajo el título “The Unknown Life of Jesus Christ” (La vida desconocida de Jesucristo)

En 1922, Swami Abhedananda, discípulo directo de Ramakrishna Paramahansa, visitó el Monasterio de Himis y confirmó todos los detalles sobresalientes publicados acerca de Issa en el libro de Notovitch.

En una expedición a l India y el Tibet realizada a mediados de la década de los ´20, Nicolás Roerich tuvo ocasión de ver y copiar versos de antiguos manuscritos que eran idénticos a aquellos publicados por Notovitch (o cuyo contenido, al menos, era el mismo). Roerich quedó además profundamente impresionado con las tradiciones orales de la región: “En Srinagar nos enteramos por primera vez de la curiosa leyenda sobre la visita de Cristo a estos parajes. Más tarde pudimos comprobar cuán difundida se halla en la India, en Ladak y en Asia Central la leyenda de la vista de Cristo a estas regiones durante su larga ausencia mencionada en el Evangelio.

La India es la madre de la religión.  Se reconoce que su cultura s mucho más antigua que la legendaria civilización egipcia.  Si investigamos estas cuestiones, podremos comprobar que las antiquísimas escrituras de la India, preceden a todas las demás revelaciones y han influido sobre el Libro Egipcio de los Muertos y el Antiguo y Nuevo Testamento de la Biblia, así como también sobre otras religiones que estuvieron en contacto con la religión de la India, y se inspiraron en ella, porque la India se ha especializado en la religión desde tiempos inmemorials.

Por esta razón, el propio Jesús viajó a la India;  el manuscrito de Notovitch nos lo cuenta así: “Issa se ausentó secretamente de la casa de su padre, abandonó Jerusalén y viajó hacia Sind en una caravana de mercaderes, con el objeto de perfeccionarse en el conocimiento de la Palabra de Dios y en el estudio de las leyes de los grandes Budas”

Esto no significa que Jesús aprendiera de sus mentores y compañeros espirituales de  la India y regiones circundantes todo cuanto luego enseñó.  Los avatares vienen provistos de su propio caudal de sabiduría.  Durante el período en que permaneció con los pandits hindúes, los monjes budistas y, en especial, los grandes maestros del Yoga –de quienes recibió iniciación en la ciencia esotérica de la unión con Dios a través de la meditación- , la realización divina que Jesús ya poseía tan solo despertó y se amoldó a la singular misión que iba a desarrollar. A partir del conocimiento que había acumulado y de la sabiduría que brotaba de su alma cuando se hallaba en profunda meditación, concibió para las masas parábolas simples sobre los principios ideales mediante los que ha de gobernarse la vida humana ante Dios.

En cambio, a aquellos discípulos que estaban preparados para recibirlo, les impartió el conocimiento acerca de los más insondables misterios, como lo demuestra el libro del Apocalipsis de San Juan –que forma parte del Nuevo Testamento- , cuya simbología concuerda de manera precisa con la ciencia yóguica de la comunión con Dios.

Los documentos descubiertos por Notovitch aportan una corroboración histórica a lo que he sostenido durante largo tiempo, como resultado de la información recogida en mis años juveniles en la India, en el sentido de que Jesús se hallaba vinculado a los rishis de la India a través de los Magos (Sabios) de Oriente, quienes peregrinaron hasta su lugar de nacimiento y por cuya razón viajó él a la India con el fin de recibir sus bendiciones y deliberar con ellos sobre la misión mundial que había de llevar a cabo.

En las páginas de este libro me propongo demostrar que las enseñanzas de Jesús, nacidas internamente de su comunión con Dios y alimentadas externamente por los estudios que realizó con los grandes maestros, expresan la universalidad de la Consciencia Crística, la cual no conoce límites de raza ó de credo.

Al igual que el sol, que se eleva por el Este y se desplaza hacia el Oeste difundiendo sus rayos, así también Cristo surgió en Oriente y viajó hacia Occidente, para quedar allí entronizado en el altar de una vasta cristiandad cuyos miembros le consideran su gurú y salvador. No es casual que Jesús eligiera nacer en Palestina como un Cristo oriental.  Este escenario era el centro de confluencia que vinculaba Oriente con Europa.  Jesús viajó a la India para honrar los lazos que le unían con los rishis, predicó por aquellas regiones su mensaje y luego regresó a su tierra natal con el propósito de difundir allí sus enseñanzas, pues, en su gran sabiduría, reconoció Palestina como la vía de acceso a través de la cual su espíritu y sus palabras hallarían una ruta hacia Europa y el resto del mundo.

Este grandioso Cristo, que irradia sobre Occidente la fortaleza y el poder espiritual de Oriente, constituye un divino lazo de unión entre los pueblos de Oriente y Occidente que aman a Dios.

La verdad no es monopolio ni de Oriente ni de Occidente. Los puros rayos dorados y plateados de la luz solar aparentan ser rojos ó azules si se observan a través de un cristal rojo ó azul. De igual modo, la verdad parece diferente si adquiere los matices de una civilización oriental u occidental.  Al examinar la sencilla esencia de la verdad que han expresado las grandes almas en distintas épocas y latitudes, se puede observar que hay muy pocas diferencias entre sus mensajes.

He comprobadfo que aquello que recibí de mi gurú y de los venerados maestros de la India, es idéntico a lo que he recibido de las enseñanzas de Jesús el Cristo.

                                                                            Paramahansa Yogananda

No hay comentarios:

Publicar un comentario