CURATE A TI MISMO
Una explicación de la verdadera causa y curación de la enfermedad
(1931)
Capítulo 7 (fragmento)
Y ahora llegamos al problema más importante de todos ¿cómo podemos ayudarnos a nosotros mismos? ¿Cómo podemos mantener nuestra mente y nuestro cuerpo en ese estado de armonía que hace difícil ó imposible el ataque de la enfermedad? Porque es cierto que la personalidad sin conflictos es inmune a todo mal.
Consideraremos primero a la mente. Ya hemos hablado con cierta extensión de la necesidad de buscar en nosotros mismos aquellos defectos que hacen que trabajemos en contra de la unidad y sin armonía con los dictados del alma, y de eliminar esas faltas desarrollando las virtudes opuestas.
Esto puede hacerse según los lineamientos ya indicados; un sincero examen de consciencia nos revelará la naturaleza de nuestros errores. Nuestros consejeros espirituales, médicos verdaderos y amigos íntimos, deberían ser capaces de ayudarnos a obtener un retrato fiel de nosotros mismos, pero el método perfecto para conseguirlo es mediante el pensamiento y la tranquila meditación, y logrando una atmósfera de paz tal que nuestra alma pueda hablarnos a través de la consciencia y la intuición y orientarnos de acuerdo a sus deseos.
Si podemos apartarnos todos los días un rato, a solas y en un lugar silencioso, sin interrupciones, y solo nos sentamos ó nos recostamos tranquilos, con la mente en blanco ó pensando con tranquilidad en el trabajo que hacemos en la vida, descubriremos después de un tiempo que esos momentos nos brindan una gran ayuda y recibimos algo así como destellos de conocimiento y orientación. Nos damos cuenta de que las preguntas acerca de los problemas difíciles de la vida encuentran su respuesta inequívoca, y nos volvemos capaces de elegir con confianza el curso correcto.
En esos momentos deberíamos cultivar en nuestro corazón el deseo sincero de servir a la Humanidad y de trabajar de acuerdo a los dictados de nuestra alma.
Es necesario recordar que cuando se encuentra la falta, el remedio no consiste en emprender una batalla en su conta, ni en usar toda la voluntad y energía para suprimir lo malo, sino en un desarrollo constante de la virtud opuesta, que limpie así automáticamente de nuestras naturalezas toda huella del enemigo.
Este es un método verdadero y natural para avanzar y vencer al mal, mucho más fácil y efectivo que luchar con un defecto en particular.
Pelear contra una falta aumenta su poder, mantiene nuestra atención fija en sus presencia y nos significa una verdadera batalla, y el éxito mayor que podemos esperar es suprimirla, lo cual no es nada satisfactorio, ya que el enemigo sigue en nosotros y pueden, en su movimiento de debilidad, reaparecer con renovadas fuerzas. La verdadera victoria es olvidar la falta y luchar con consciencia para desarrollar la virtud que la vuelve imposible.
Dr. Edward Bach
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