Incluso en los países industrializados, el 40% de los fármacos proviene de fuentes naturales. Muchas drogas se elaboran a partir de ingredientes naturales y otras don copias sintéticas ó variedades modificadas artificialmente de sustancias químicas de la Naturaleza.
En esas sociedades industrializadas se observa un creciente interés por las medicinas naturales, pero no como una expresión de la New Age, sino como el resurgimiento de una antigua práctica universal que reaparece a partir de la reciente industria farmacéutica.
Son varias las razones que han motivado este renacimiento. Fundamentalmente a partir de los últimos 10 años la medicina convencional ha comenzado a depender de sustancias químicas que no provienen de la naturaleza. Si bien este tipo de drogas modernas causó un gran impaco con respecto a las enfermedades infecciosas entre los años ´40 y ´50, aun hoy no han podido aportar métodos curativos eficaces para las afecciones cardíacas, el reumatismo y los resfríos comunes (sin hablar del cáncer, el SIDA, los nuevos virus como el Éboli, etc), Sirva esto como ejemplo.
Paralelamente, cada vez es mayor la preocupación por la frecuencia y gravedad de los efectos secundarios no deseados y por la resistencia que el organismo desarrolla frente a los mismos asiduamente.
El reconocimiento de que ellas no son ninguna panacea, y de que a menudo pueden ser la causa de tantas enfermedades como las que son capaces de curar, ha coincidido con una creciente toma de consciencia internacional por la devastación y destrucción del medio ambiente. Este hecho ha dado origen a una mayor sensibilidad por los lazos de interdependencia entre todos los organimsos vivos, y la revalorización de las filosofías de curación holística, así como de las medicinas naturales.
La OMS dio la voz de alarma hace unos años: el 60% de las enfermedades que se padecen en el mundo occidental son de origen iatrogénico, es decir, engendradas por la administración de algún medicamento.
Debemos liberarnos de esa droga que nos transforma en consumidores de medicamentos y nos condena a padecerlos, atándonos de pies y manos a la medicina química. Drogas peligrosas, fabricadas, publicitadas y comercializadas por los grandes trusts farmacéuticos, que nos deparan un alivio inmediato, pero minan el organismo y lo dejan dispuesto para la siguiente enfermedad.
Contra este flagelo creado y desarrollado por le hombre, se alza hoy el concepto purificador de “volver a las fuentes. Darnos cuenta de que el origen de las enfermedades es psicosomático y tratarlas en consecuencia a partir del stress que las ha originaod, es la prioridad del momento”
Esto constituye el punto de partida para ponerse en contacto con un universo maravilloso e insospechado que acerca a todos los seres humanos las alternativas que Dios puso a nuestro alcance desde el principio de la Creación.
Junto con la tendencia universal de “retorno a las fuentes”, que es lo mismo que decir “retorno a la naturaleza”, nos es dado observar que numerosos farmacólogos buscan hoy la clave para la fabricación de nuevos remedios tanto en los bosques y campos como en los tubos de ensayo.
Los herbolarios de hace siglos amaban profundamente la naturaleza; las plantas les inspiraban un gran respeto, sabían donde encontrarlas cuando tenían necesidad de ellas, en qué suelo y comarca crecía cada una, y en qué estación del año y a qué hora del día debían recogerse. Ignoraban casi todo lo relatibvo a los componentes químicos, ó por qué razón tales hierbas gozaban de ciertas propiedades particulares, pero sabían qué plantas aliviaban las dolencias.
Ahora, los médicos conocen mucho mejor que antes las enfermedades, pero éstas siguen haciendo estragos y hasta se revelan más tenaces.
En cuanto a las drogas y medicamentos que cada día salen al mercado, observamos que crecen en la misma proporción que los males que ellas provocan. En los últimos años se ha dejado sentir una reacción ó un principio de reacción en contra de esa tendencia. Artes tan olvidadas como la Acupuntura, el Naturismo, el cultivo de ciertas plantas, la Astrología, etc, parecen haber suscitado una tremenda ola de interés; la palabra “natural” resalta más que ninguna otra en los anuncios publicitarios, lo mismo que los alimentos naturales que conocen un éxito sin precedentes.
Cuando la gente oye hablar por primera vez sobre la Aromaterapia, piensa en fragancias y perfumes, y en un mundo seductor de imaginación y fantasía. Pero, sencillamente la Aromaterapia consiste en el empleo de los aceites esenciales para curar y preservar.
La Aromaterapia es una disciplina que se ha rodeado siempre de una aureola de magia y misterio. Tal vez constitutye esto un atractivo, pero también dá pie a toda suerte de confusiones y equívocos, dejándonos en un estado de relativa ignorancia.
Los aceites esenciales son a una planta lo que la sangre es a una persona. Al igual que la sangre, mueren (pierden su fuerza vital) si no se conservan en las debidas condiciones. La esencia es la parte más etérea y sutil del vegetal, y su acción terapéutica se desarrolla en un plano superior al del conjunto orgánico de la planta ó de su extracto.
Los aceites esnciales son “el alma de la planta” y consitituyen el medio por el cual se transmiten sus propiedades naturales, ellas tienen un alcance fundamental para el tratamiento de las distonías neuro-vegetativas y los desequilibrios psicofísicos, porque actúan directamente en el plano emocional y fisiológico del ser humano. Su facilidad de absorción en la piel permite que los componentes activos penetren directamente en el organismo, equilibrando y armonizando todo el sistema, a través de los meridianos energéticos, la circulación sanguínea y linfática, las células, los tejidos, los órganos, los aparatos y los sistemas.
Asimismo, los efectos que producen en la mente y las emociones de la persona son mucho más pronunciados que los de la medicina herbaria. Las propiedades de las hierbas y sus esencias vienen a ser las mismas, pero su respectiva acción terapéutica es distinta.
Los aceites esenciales son sustancias aceitosas volátiles, son extractos vegetales altamente concentrados, que contienen hormonas, vitaminas, antibióticos y antisépticos. Constituyen la forma más concentrada de energía herbaria.
Muchas plantas producen aceites esenciales, los que también son responsables de las fragancias de las mismas. Poseen cientos de componentes químicos orgánicos, la mayor parte de ellos en cantidades muy pequeñas, y sabemos que cientos de sus elementos mínimos son fundamentales para la vida. De igual manera, el poder de los productos vivos radica en la combinación de sus elementos y sus componentes mínimos son, por lo menos, tan importantes como sus componentes principales.
La Aromaterapia no puede disociarse de varios otros conceptos; los principios básicos de la terapéutica natural, el masaje, la dieta y toda una actitud frente a la vida.”
Magdalena Mazzoni, profesora y aromaterapeuta, en su libro “Qué es la Aromaterapia” (2002)
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viernes, 15 de septiembre de 2017
AROMATERAPIA TERAPEUTICA ACTUAL
Etiquetas: Terapias Naturales, Autoconocimiento
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