En el monasterio de monte San Ruperto (hoy Rupertsberg), cerca de Bingen, en Hesse, Santa Hildegardis, virgen, que expuso y describió piadosamente en libros sus conocimientos experimentales, tanto sobre ciencias naturales, médicas y musicales, como de contemplación mística (1098-1179)
Etimología : Hildegarda = guerrera vigilante. Viene de la lengua alemana.
Fecha de canonización: Su culto fue ratificado por el Papa Benedicto XVI el 10 de mayo de 2012.
Biografía
Nacida en Böckelheim sobre el Nahe en el año 1098; muerta en Rupertsberg cerca a Bingen en el 1179.
Es desconocido el apellido de la familia de esta gran vidente y profetiza, llamada la Sibila del Rin. Los primeros biógrafos dan a sus padres los nombres de Hildeberto y Matilde (o Matilda), hablan de su nobleza y opulencia, pero no dan ningún detalle de sus vidas. Escritores posteriores la llaman Santa Hildegarda de Böckelheim, de Rupertsberg, o de Bingen.
Las leyendas la harían una Condesa de Spanheim. J. May (Katholik. XXXVII, 143) muestra mediante cartas y otros documentos que ella probablemente pertenecía a la familia ilustre de Stein cuyos descendientes son los actuales Príncipes de Salm. Su padre era un soldado al servicio de Meginhard, Conde de Spanheim.
Hildegarda fue una niña débil y enfermiza, y en consecuencia no recibió más que una poca educación en su hogar. Sus padres, a pesar de estar muy comprometidos en ocupaciones del mundo, tenían una inclinación religiosa y habían prometido a la niña para el servicio de Dios.
Más adelante fue investida con el hábito de San Benito e hizo su profesión religiosa. Juta murió en el año 1136, e Hildegarda fue designada Superiora.
A la edad de ocho años fue puesta bajo el cuidado de Juta, hermana del Conde Meginhard, que vivía como monja en el Disenberg (o Disibodenberg, la Montaña de San Disibod) en la Diócesis de Speyer. Tampoco aquí le fue dada a Hildegarda más que una mínima instrucción dado que era muy afligida por la enfermedad, estando con frecuencia escasamente capaz de caminar y a menudo privada incluso del uso de sus ojos. Se le enseño a leer y a cantar los salmos en Latín, lo suficiente para el canto del Oficio Divino, pero nunca aprendió a escribir.
Numerosas aspirantes se unieron a la comunidad y ella decidió irse a otra localidad, impelida además, como ella dice, por un mandato Divino. Escogió Rupertsberg cerca de Bingen en la orilla izquierda del Rin, aproximadamente a quince millas (unos 24 kilómetros) de Disenberg. Tras superar muchas dificultades y obtener el permiso del señor del lugar, el Conde Bernardo de Hildesheim, se estableció en su nuevo hogar con dieciocho hermanas en el 1147 o 1148 (1149 o 1150 según Delehaye). Probablemente en el 1165 fundó otro convento en Eibingen en el lado derecho del Rin dónde una comunidad ya había sido establecida en 1148, el cual, sin embargo, no tuvo éxito.
La vida de Hildegarda como niña, religiosa, y superiora fue extraordinaria. Pasando mucho tiempo sola a causa de su frágil salud, desarrollo una vida interior, intentando hacer uso de todo para su propia santificación. Desde sus primeros años fue favorecida con visiones.
Ella dice de sí misma:
"Hasta mi decimoquinto año vi mucho, y relaté algunas de las cosas vistas a otros, quienes inquirían con asombro, de donde podrían venir tales cosas. Yo también me preguntaba y durante mi enfermedad le pregunté a una de mis enfermeras si también veía cosas similares. Cuando contestó que no, un gran temor me poseyó. Frecuentemente, en mi conversación, relataba cosas del futuro, las cuales yo veía como si fueran del presente, pero, notando el asombro de mis oyentes, me volví más reservada"
"Hasta mi decimoquinto año vi mucho, y relaté algunas de las cosas vistas a otros, quienes inquirían con asombro, de donde podrían venir tales cosas. Yo también me preguntaba y durante mi enfermedad le pregunté a una de mis enfermeras si también veía cosas similares. Cuando contestó que no, un gran temor me poseyó. Frecuentemente, en mi conversación, relataba cosas del futuro, las cuales yo veía como si fueran del presente, pero, notando el asombro de mis oyentes, me volví más reservada"
Esta situación continuó hasta el fin de su vida. Juta había notado sus dones y se los había hecho conocidos a un monje de la abadía vecina, pero, al parecer, no se hizo nada en el momento.
Muchedumbres de personas se congregaron en torno a ella, provenientes de los alrededores y de todas partes de Alemania y la Galia, para escuchar palabras de sabiduría de sus labios, y para recibir consejo y ayuda en las dolencias corporales y espirituales.
Cuando tenía aproximadamente cuarenta años de edad, Hildegarda recibió un mandato de divulgar al mundo lo que ella veía y oía.
Ella dudó, temerosa de lo qué las personas podrían pensar o decir, a pesar de que estaba plenamente convencida del carácter Divino de las revelaciones. Pero, continuamente urgida, reprendida, y amenazada por la voz interior, manifestó todo a su director espiritual, y a través de él al abad bajo cuya jurisdicción estaba puesta su comunidad. Entonces se le ordeno a un monje que pusiera por escrito cualquier cosa que ella relatara; algunas de sus monjas también la ayudaban con frecuencia. Los escritos fueron sometidos al obispo (Enrique, 1145-53) y al clero de Mainz (Maguncia) que los declaro como provenientes de Dios.
La cuestión fue llevada también a conocimiento de Eugenio II (1145-53) quién estaba en Trier (Tréveris) en el 1147. Albero de Cluny, Obispo de Verdun, fue comisionado para investigar e hizo un informe favorable. Hildegarda continuó sus escritos.
En el último año de su vida Hildegarda tuvo que atravesar una prueba muy dura. En el cementerio adyacente a su convento fue enterrado un joven que había estado una vez bajo excomunión. Las autoridades eclesiásticas de Mainz (Maguncia) exigieron que hiciera sacar el cuerpo. Ella no se consideró obligada a obedecer dado que el joven había recibido los santos oleos y se supone que estaba por consiguiente reconciliado con la Iglesia. Una sentencia de entredicho fue puesta sobre su convento por el capítulo de (Mainz) Maguncia, la sentencia fue confirmada por el obispo Christian (V) Buch que en ese momento se encontraba en Italia. Tras mucha preocupación y correspondencia logro que el entredicho fuera levantado. Murió de santa muerte y fue enterrada en la iglesia de Rupertsberg.
Estos no provenían solo de entre la gente vulgar sino que también hombres y mujeres notables de la Iglesia y del Estado eran llevados por las noticias de su sabiduría y santidad. Así por ejemplo, leemos que el Arzobispo Enrique de Mainz (Maguncia), el Arzobispo Eberhard de Salzburgo y el Abad Luis de San Eucario en Trier (Tréveris), le hicieron visitas.
Santa Isabel de Schönau era amiga íntima suya y frecuente visitante.
Tritemio en su "Crónica" habla de una visita de San Bernardo de Claraval, pero esto probablemente no sea correcto. No sólo en su casa da consejo, sino también en el extranjero. Muchas personas de todos los estados de vida le escribían y recibían respuesta, por lo que su correspondencia es bastante extensa. Su gran amor por la Iglesia y sus intereses la llevo a hacer muchas jornadas; visitaba a intervalos las casas de Disenberg y Eibingen; por una invitación vino a Ingelheim a ver al Emperador Federico; viajó a Würzburg, Bamberg, y la vecindad de Ulm, Cologne (Colonia), Werden, Trier (Tréveris), y Metz. No es verdad, sin embargo, que halla visto París o la tumba de San Martín en Tours.
Cuando el convento de Rupertsberg fue destruido en 1632 las reliquias de la santa fueron llevadas a Colonia y más tarde a Eibingen. En la secularización de este convento, fueron colocadas en la iglesia parroquial del lugar. En 1857 un reconocimiento oficial fue hecho por el Obispo de Limburg y las reliquias fueron puestas en un altar especialmente construido. En esta ocasión el pueblo de Eibingen la escogió como patrona. El 2 de julio del 1900, fue puesta aquí la piedra angular para el nuevo convento de Santa Hildegarda. El trabajo fue comenzado y completado a través de la munificencia del Príncipe Karl de Löwenstein, y las monjas Benedictinas de San Gabriel en Praga entraron a la nueva casa (17 Sept., 1904).
Hildegarda fue grandemente venerada en vida y después de su muerte. Su biógrafo, Teodorico, la llama santa, y de muchos milagros se dice haber sido hechos a través de su intercesión. Gregorio IX (1227-41) e Inocencio IV (1243-54) ordenaron un proceso de investigación el cual fue repetido por Clemente V (1305-14) y por Juan XXII (1316-34).
Ninguna canonización formal había tenido lugar, por ello y para disipar dudas, el Papa Benedicto XVI extendió su culto a toda la Iglesia el 7 de mayo de 2012, pero su nombre está en el Martirologio Romano y su fiesta es famosa en las Diócesis de Speyer, Mainz (Maguncia), Trier (Tréveris), y Limburg, también en la Abadía de Solesmes dónde un oficio propio es cantado (Brev. Monast. Tornac., 18 Sept.).
Todos los manuscritos encontrados en el convento en Eibingen fueron transferidos en 1814 a la biblioteca estatal en Wiesbaden. De esta colección el primero y mayor trabajo de Santa Hildegarda es el "Scivias" (Scire o vias Domini, o vias lucis), parte del cual había sido presentado al Arzobispo de Mainz (Maguncia). Ella lo comenzó en 1141 y trabajó en él durante diez años. Es una producción extraordinaria y difícil de entender, todo el profético y admonitorio al estilo de Ezequiel y el Apocalipsis.
La primera biografía de Santa Hildegarda fue escrita por los monjes contemporáneos Godofredo y Teodorico. Guilberto de Gembloux comenzó otra.
En la introducción ella habla de sí misma y describe la naturaleza de sus visiones. Siguen tres libros, el primero contiene seis visiones; el segundo da siete visiones y tiene alrededor del doble el tamaño del primero; el tercero, igual en tamaño a los otros dos juntos, tiene trece visiones. El "Scivias" representa a Dios en Su Santa Montaña con la humanidad en la base; narra la condición original del hombre, su caída y redención, el alma humana y sus luchas, el Santo Sacrificio de la Misa, los tiempos por venir, el hijo de perdición y el fin del mundo.
Las visiones se entremezclan con admoniciones saludables a vivir en el temor del Señor. Los manuscritos del "Scivias" están también en Cues y en Oxford. Fue impreso por primera vez en París (1513) en un libro que contiene además los escritos de varias otras personas. Fue impreso de nuevo en Colonia en 1628, y fue reproducido por Migne, PL 197. El "Liber vitae meritorum" escrito entre 1158 y 1163, es una descripción pintoresca de la vida de un Cristiano virtuoso y de su contrario. Fue impreso por primera vez por Pitra, "Analecta Sacra", VIII (Monte Cassino, 1882). El "Liber divinorum operum" (1163-70) es una contemplación de toda la naturaleza a la luz de fe.
El sol, la luna, y las estrellas, los planetas, los vientos, los animales, y el hombre, son en sus visiones expresión de algo sobrenatural y espiritual, y como ellos vienen de Dios deben conducir a Él
El 7 de octubre de 2012 su nombre fue agregado a la lista de Doctores de la Iglesia por el Papa Benedicto XVI.
Fuente: Catholic.net
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Una de mis Santas preferidas, por la proyección de su vida y obra sobre las Terapia Naturales y la Música. Hay gran incoherencia como suele suceder, entre los mismos creyentes y lo que han transmitido los grandes santos. Se toma solo una parte, y se deja la otra.
Santa Hildegarda fue mujer y religiosa, en la Edad Media, por lo cual en plena época de la Inquisición, debía guardarse muy bien de decir algunas cosas, porque la caza de brujas estaba en su apogeo. Y el blanco solía ser la mujer, lo cual dá lugar a que consideremos que la mujer tiene un poder y un conocimientos que el varón teme. Este conocimiento no es mental y racional, sino intuitivo y muy conectado con la naturaleza.
Santa Hildegarda tenía el don natural de la videncia, desde niña tenía visiones, que continuaron. Pero cuando se animó a comunicarlo al monje encargado del Monasterio, fue examinada por otros religiosos de jerarquía superior, y casi la excomulgan. Le decían que quizás estaba inspirada "por el demonio".
Por otra parte tenía un conocimiento natural de los poderes curativos de plantas y piedras (gemas), por lo cual es, para mí, una Guía que respeto mucho, y valoro, ya que se ha dado en ella algo único... que una mujer y religiosa en la Edad Media, con conocimientos lindantes con lo considerado pagano, demoníaco u oscuro, haya sido reconocida y llevada al nivel de Santa y Doctora de la Iglesia.
Finalmente aceptaron que su inspiración era Divina, y así pudo dejarlas por escrito, incluso profecías para el Final de los Tiempos. La iban a ver muchas personas para consultarla.
Lástima que... no se la menciona seguido dentro de la misma Iglesia, porque si se lo hiciera, las Terapias Naturales tendrían mucha más aceptación dentro del Catolicismo.
Pero los pasos se han dado, y ocupa un lugar de privilegio como le corresponde, dentro del Santoral.
Por otra parte ha escrito muchas obras musicales que son únicas por sus características, dentro del Canto Gregoriano para Mujeres. Además también compuso obras instrumentales, todas de carácter religioso. De gran inspiración, belleza y originalidad por ser interpretadas solo por mujeres, en una época en la que el Canto Gregoriano solo estaba a cargo de varones.
Por otra parte ha escrito muchas obras musicales que son únicas por sus características, dentro del Canto Gregoriano para Mujeres. Además también compuso obras instrumentales, todas de carácter religioso. De gran inspiración, belleza y originalidad por ser interpretadas solo por mujeres, en una época en la que el Canto Gregoriano solo estaba a cargo de varones.
Gracias Inmensas e Infinitas Santa Hildegarda !!!
Entonces hoy, su Día, y recordando el consejo de Anselm Grün, benedictino como ella, busquemos de conectar con lo Divino en la Naturaleza, considerando y aceptando que no porque no veamos con los ojos físicos algunas cosas, dejan de ser ciertas. Busquemos la "visión" de Santa Hildegarda.
Elsa B. Mirol Colella
Terapeuta Floral - Astróloga
Docente Terapias Holísticas - Escritora
CTS-CENTRO DE TERAPIAS PARA LA SALUD
Wsp +54 9 11 5731 6361
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También agradeceré el compartir este artículo.
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