Septiembre: Mes del Terapeuta Floral
"Remedios
Florales de Bach"
Lic. Raúl Pérez
Prólogo a cargo del Dr. Horacio E. Grecco
“La
lección más grande de nuestras vidas es aprender a ser libres”
Edward
Bach
La
Terapia Floral se debate en el seno de varias encrucijadas. Su espacio es hoy un espacio problemático y
esto, lejos de ser una dificultad, conforma la apertura de caminos para
lanzarse a una renovada aventura del pensamiento.
Por
una parte, frente a la mirada prescriptiva se levanta la terapéutica;
ante
la búsqueda de la adaptación del Yo se insiste en la construcción de un sujeto
sujetado a la ley de la evolución;
donde
se apremia en anudar de forma literal esencias a síntomas, la comprensión del
sentido de la enfermedad se afirma;
si se
pregona la búsqueda de posicionar la Terapia Floral como vibracional ó
energética, la respuesta que nace es hacer hincapié en el orden de lenguaje que
la constituye;
si se
olvida que es un arte que no busca la cura sino la erradicación de la
ignorancia, hay voces que lo recuerdan
y si
se reclama –en la búsqueda de un reconocimiento social- el aceptar ser una terapia alternativa, no
falta quien señale que su identidad es ser una alternativa a la medicina.
Según
el sesgo que tome, el sendero que se elija en cada caso, los resultados de
nuestra práctica van a conducirnos a lugares diferentes, incluso
antagónicos. Lo que subyace detrás de
este debate es la permanencia ó no del carácter revolucionario del
descubrimiento del Dr. Edward Bach.
Este
dilema no es un tema menor. Tal como nos
enseña Rupert Shelkdrake, cuando algo se repite
lo suficiente se construye un campo mórfico (creador de formas), que
posee una memoria acumulativa sustentada en lo que le ha sucedido a las especies
en el pasado.
Todos
los integrantes de esa especie se sintonizan con este campo más allá del tiempo
y el espacio, mediante un proceso que se define como “resonancia mórfica”.
Imaginemos
por un momento que los terapeutas florales somos una “especie” y que la carga
de la repetición de ciertas perspectivas, creencias y consignas han generado
una manera de percibir y practicar la Terapia Floral que, digámoslo con
firmeza, parece bastante alejada de lo que su fundador pretendía de ella. Ocurre entonces que todos que participamos en
este campo mórfico estamos apresados por su forma actual, y nos resulta difícil
poder pensar de una manera distinta a la establecida.
Sin
embargo el cambio es posible, y en la medida en que más terapeutas se sumen a
la idea de “volver a Bach” y al ejercicio de la Terapia Floral como un arte
liberador –concientizado-, cada día aumentará la intensidad de esa búsqueda
hasta que llegue un momento en que habrá la suficiente “masa crítica” para que
la mutación deseada acontezca.
A cada
paso la vida nos ofrece oportunidades de decidir. Cuando decidimos y hacemos
consciencia dejamos atrás el destino que aprisiona, y si bien el cambio es
individual, los libros como el presente tienen la capacidad de transmitir un
mensaje que impulsa la labor de acrecentamiento de la masa crítica necesaria
para toda renovación de paradigmas.
Un
buen maestro no solo dice, sino que sabe cómo
decir su enseñanza. Estoy convencido que este texto del Lic. Raúl Pérez
posee esta virtud y, por otra parte, resulta evidente que lo alienta la lograda
intención de contribuir a la existencia de una Terapia Floral apegada a la
clínica, un arte que entiende los síntomas como significantes a traducir y
comprender, y no como sustancia a suprimir.
En
sus páginas se encuentra plasmada la experiencia acumulada a lo largo de años
con pacientes prescribiendo esencias florales junto con la sensibilidad que el
diagnóstico diferencial obliga para poder ser verdaderamente elocuente en esta
tarea.
Para
un hombre que habita en la clínica floral, como es mi caso, no es usual que lo
sorprenda algo que no provenga de la
narración delos mismos pacientes.
La singularidad de la clínica es lo que la hace interesante, y su
incertidumbre la que motiva y aleja el aburrimiento de la práctica. Los pacientes alejan el sopor y el
estancamiento con la diversidad de sus manifestaciones, con los entretejidos de
sus historias, con los matices de su lenguaje y hasta con lo absurdo de sus
convicciones. Por el contrario, los
escritos florales, por muy buenos que sean, comparados con ellos resultan ser
pobres espejos.
Sin
embargo, aquí hay una excepción a la regla, un hecho que no debiera asombrarme
conociendo la capacidad de observación, rigor clínico y fineza terapéutica del
autor de esta obra, en la cual se edifica, paso a paso, una estructura de
lectura de las esencias descubiertas por el Dr. Bach. En su conjunto representa
una herramienta concreta en la labor terapéutica que sin duda nos aleja de la
vacilación de las aplicaciones clínicas, sin por ello convertir las relaciones
que establece en una propuesta mecánica y carente de creatividad. Muy por el contrario a lo que se espera de un
repertorio, el presente posee una
estructura razonada que aporta no solo información fundada sino un modo de
pensar la clínica floral. Y pensamiento
floral en la clínica no es hoy en día abundante.
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En el inicio del Mes del Terapeuta Floral, comparto estas palabras del Dr. Horacio Grecco, que me parecen tan apropiadas para considerar en la actualidad.
Necesitamos "volver a Bach" y a los fundamentos de la Terapia Floral en sí, que es la única manera de distinguir a esta valiosa terapia como completa en sí misma, válida también como terapia complementaria, y que no debe utilizarse a la manera alopática porque no encuadra dentro de esa visión de las artes curativas.
Elsa B. Mirol Colella
Consultoría Psicológica, Astrológica y Floral
info@center-salud.com
www.center-salud.com
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